Esta no era la primera vez que intentaba emprender. Así que cuando me enfrenté a estos contratiempos con los laboratorios tenía miedo de volver a desistir. Desde allí me embarqué en el viaje más importante de mi vida. El viaje a mi interior. A través de la meditación y de técnicas de manifestación, empecé a creer que era posible. Al trabajar en las creencias arraigadas en mí que podrían limitarme, pude entender cómo muchos de mis comportamientos fueron aprendidos o detonados por cosas de mi niñez. Poco a poco me di cuenta de lo desconectada estuve de mí misma por años. Sobre todo, desconectada de mi cuerpo.
Empecé entonces a incorporar rituales de amor a mi vida. Mirarme al espejo en las mañanas, ya no sería para juzgar mis nuevas canas, arrugas o kilos, sino para decirme “Te amo” y decirme “Gracias” porque es mi cuerpo quien me permite hacer las actividades que me llevarán a mi sueño. Esta nueva rutina de amarme se me hizo algo tan hermoso, que no podía comprender por qué no la inicié antes.
Recent Comments